EL
CLIENTE SIEMPRE TIENE LA RAZÓN
Aquella noticia lo destrozó
por dentro. Como era posible que después de haber dado tanto por aquella
empresa de cinemas. Lo despidieran de esa manera, tan infame, tan cruel. Ángelo
se encontraba devastado pero no lo suficiente como para caer derrotado.
Rulitos, como le decían en el
trabajo, era un chico bueno y empeñoso. Dedicado en la atención al público, a
realizar labores de cobranza en caja, a limpiar las butacas que se encontraban
sucias después de cada función. Era un “todoterreno”.
Sin embargo, cuando parecía
que la vida le sonreía y que todo le iba viento en popa. Mario “pelón”, el
gerente del cine, lo invita a su oficina y le comunica su irremediable despido.
Pero, un momento, ¿Irremediable? ¿Por qué irremediable? ¿No se supone que en
toda empresa seria primero se debe pasar por tres memorándum para luego llegar
al despido? Eran todas las preguntas mentales que pasaban por Ángelo y que no
se atrevió a realizarlas.
Pero en cabeza se le ocurría a
Rulitos cobrarle cinco soles, de más. Al cliente más petulante y temido por los
trabajadores del cine. Eso fue lo que pasó. Ángelo no se había enterado de las
nuevas listas de promociones y cuando ejercía la labor de caja, como
anteriormente lo hubiera hecho. Se le acercó Dante, el cliente más temido. Y le
preguntó el precio de la entrada. A lo que Rulitos respondió: 20 soles, señor. Dante
le dijo que en la página web del cine, decía “martes de 15 soles”. A lo que
Rulitos manifestó: eso no es posible, señor. El cliente terminó preguntando
¿Estás seguro? Y la respuesta que obtuvo fue: Completamente. No hizo ningún
escándalo, en el momento, ese no era su estilo. Pero en su mente, estaba
planeando como deshacerse de aquella sabandija que había puesto en tela de
juicio su palabra.
Llegó Dante a su casa. Tenía
diferentes ideas para vengarse del osado trabajador. La más atrayente, y
posteriormente eficaz, era escribir una publicación en Facebook. En la página
central del cinema. Para que todos los clientes lo vieran y pudieran comentar.
Cosa que realizó instantáneamente a las cuatro de la tarde.
La magnitud de aquella simple
publicación fue realmente colosal. Como si hubieran herido directo al corazón a
la empresa. Y más aún, al gerente. Que al día siguiente se encontraba rojo como
un tomate, de la cólera pura que llevaba en sus venas. Le mostró una hoja a
Ángelo donde le expresaba su temor por las represalias de sus superiores.
Rulitos visualizo la hoja, despavorido. Pensando en cómo era posible que
aquella publicación de Facebook tuviera tantos “me gusta” y tantos comentarios
en tan solo un día. Donde los demás clientes empezaron a quejarse del más
mínimo detalle. Esa situación estaba fuera de control. Mario, que no tenía ni
un pelo de tonto. Ya sabía en qué iba a terminar todo esto, pero no quería ser
directo con su empleado.
Dos semanas después Ángelo
quedó despedido sin opción de volver a trabajar en la misma empresa. Los
trabajadores del cine lo extrañaron. En especial por sus extravagancias.
Siempre se le escuchaba cantando en los pasillos. O ayudando a sus colegas
cuando ya había terminado, en primer lugar, con sus labores. Siempre andaba con
una sonrisa entre los labios, una sonrisa que tal vez significaba la alegría
que llevaba por dentro o tal vez una sonrisa que ocultaba todo el dolor que
cargaba.
Rulitos se fue y dejó un vació
en el cinema. Pero se llevó el corazón de la mayoría de sus compañeros, que le
enseñaron tanto del oficio y de la vida en general.
Hasta pronto Ángelo. Vuelve al
cine cuando quieras. Sabes que no debes pagar alguna entrada. Fueron las
palabras que dijo el gerente al despedirlo con un ademan en la mano.
Escribe Manuel FLORES
1 comentarios:
Esa frase alguno centro comerciales aun no lo tienen claro...Felicitaciones Manu
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