martes, 11 de noviembre de 2014

EL CLIENTE SIEMPRE TIENE LA RAZÓN

EL CLIENTE SIEMPRE TIENE LA RAZÓN

Aquella noticia lo destrozó por dentro. Como era posible que después de haber dado tanto por aquella empresa de cinemas. Lo despidieran de esa manera, tan infame, tan cruel. Ángelo se encontraba devastado pero no lo suficiente como para caer derrotado.  

Rulitos, como le decían en el trabajo, era un chico bueno y empeñoso. Dedicado en la atención al público, a realizar labores de cobranza en caja, a limpiar las butacas que se encontraban sucias después de cada función. Era un “todoterreno”.

Sin embargo, cuando parecía que la vida le sonreía y que todo le iba viento en popa. Mario “pelón”, el gerente del cine, lo invita a su oficina y le comunica su irremediable despido. Pero, un momento, ¿Irremediable? ¿Por qué irremediable? ¿No se supone que en toda empresa seria primero se debe pasar por tres memorándum para luego llegar al despido? Eran todas las preguntas mentales que pasaban por Ángelo y que no se atrevió a realizarlas.

Pero en cabeza se le ocurría a Rulitos cobrarle cinco soles, de más. Al cliente más petulante y temido por los trabajadores del cine. Eso fue lo que pasó. Ángelo no se había enterado de las nuevas listas de promociones y cuando ejercía la labor de caja, como anteriormente lo hubiera hecho. Se le acercó Dante, el cliente más temido. Y le preguntó el precio de la entrada. A lo que Rulitos respondió: 20 soles, señor. Dante le dijo que en la página web del cine, decía “martes de 15 soles”. A lo que Rulitos manifestó: eso no es posible, señor. El cliente terminó preguntando ¿Estás seguro? Y la respuesta que obtuvo fue: Completamente. No hizo ningún escándalo, en el momento, ese no era su estilo. Pero en su mente, estaba planeando como deshacerse de aquella sabandija que había puesto en tela de juicio su palabra.

Llegó Dante a su casa. Tenía diferentes ideas para vengarse del osado trabajador. La más atrayente, y posteriormente eficaz, era escribir una publicación en Facebook. En la página central del cinema. Para que todos los clientes lo vieran y pudieran comentar. Cosa que realizó instantáneamente a las cuatro de la tarde.

La magnitud de aquella simple publicación fue realmente colosal. Como si hubieran herido directo al corazón a la empresa. Y más aún, al gerente. Que al día siguiente se encontraba rojo como un tomate, de la cólera pura que llevaba en sus venas. Le mostró una hoja a Ángelo donde le expresaba su temor por las represalias de sus superiores. Rulitos visualizo la hoja, despavorido. Pensando en cómo era posible que aquella publicación de Facebook tuviera tantos “me gusta” y tantos comentarios en tan solo un día. Donde los demás clientes empezaron a quejarse del más mínimo detalle. Esa situación estaba fuera de control. Mario, que no tenía ni un pelo de tonto. Ya sabía en qué iba a terminar todo esto, pero no quería ser directo con su empleado.

Dos semanas después Ángelo quedó despedido sin opción de volver a trabajar en la misma empresa. Los trabajadores del cine lo extrañaron. En especial por sus extravagancias. Siempre se le escuchaba cantando en los pasillos. O ayudando a sus colegas cuando ya había terminado, en primer lugar, con sus labores. Siempre andaba con una sonrisa entre los labios, una sonrisa que tal vez significaba la alegría que llevaba por dentro o tal vez una sonrisa que ocultaba todo el dolor que cargaba.

Rulitos se fue y dejó un vació en el cinema. Pero se llevó el corazón de la mayoría de sus compañeros, que le enseñaron tanto del oficio y de la vida en general.


Hasta pronto Ángelo. Vuelve al cine cuando quieras. Sabes que no debes pagar alguna entrada. Fueron las palabras que dijo el gerente al despedirlo con un ademan en la mano.



Escribe  Manuel FLORES

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Esa frase alguno centro comerciales aun no lo tienen claro...Felicitaciones Manu

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