viernes, 24 de octubre de 2014

UN HÉROE EN LA VIDA REAL

Un héroe en la vida real
Crónica de la abnegación de un joven peruano en Barcelona


Las personas más distintas entre sí se juntan, no porque era su destino conocerse, a veces sólo se juntan para descubrir que no hay color negro si no hay blanco y que sin la luz no podrían existir las sombras.


En un departamento en la ciudad de Barcelona, vivían un grupo de personajes totalmente diferentes entre sí. Los dueños del inmueble eran una pareja de bolivianos quechuahablantes muy joviales y con dos pequeños de rasgos toscos, piel morena y cabello negro muy puntiagudo.

Otra habitación es testigo de los amoríos de dos argentinos recién casados que se buscan la vida en la ciudad catalana y en una esquina una madre e hijo de nacionalidad peruana viven, día a día, la difícil tarea de mejorar su economía.

Existen dos habitaciones más en el pequeño departamento. Ambas tienen inquilinos interesantes y enigmáticos. En una vive un nigeriano de piel morena y cabello rizado, devoto al Islam y muy estricto a la hora de hacer sus oraciones matutinas siempre vistiendo la respectiva indumentaria con esa toga de colores llamativos.

Por otro lado, está la otra cara de la moneda. Es un esloveno alto y delgado hasta los huesos. Rubio, de ojos azules y con cicatrices profundas en el rostro y quizás en el cuerpo. Cojea de una pierna por una severa lesión en las rodillas y un accidente, en la fábrica donde era empleado. Ello le dejó una mano inutilizada y una pensión de por vida.

A la hora de celebrar, argentinos, bolivianos y peruanos se juntaban para tomar sus frías cervezas recién compradas de la tienda del Marroquí de la esquina, pero los dos personajes, antes mencionados, tenían formas diferentes de ver una festividad.

El moreno, seguro en sus creencias, prefería abstenerse al licor. Rechazaba la oferta de la bebida fría con su español combinado con un francés africano. Él prefería tomar una rica taza de café caliente. Era fuera de este mundo como podía sujetar con ambas manos la taza de metal burbujeante recién servida de la tetera. Él se unía a la celebración con cierto pudor, pero con claro respeto.

No había día que el esloveno no festejara, siempre tomando y gritando en su idioma natal o en un alemán tosco y a veces en un inglés indescifrable. No hay que mal interpretarlo, la razón de tomar exageradamente era porque había perdido todo después de perder la movilidad de su mano, esposa, hijos, carrera y futuro. Ahora sólo le quedaba llorar y dejarle sus penas al alcohol.


En el momento en que un suceso extraordinario ocurre en tu vida y eres apto de ayudar a otro ser humano, es cuando dejas de preocuparte de ti mismo y comienzas a pensar desinteresadamente.


El beber no es algo negativo si se hace conciencia y midiendo las botellas y los vasos tomados. Sin embargo, cuando tu vida te es hecha pedazos es difícil encontrar un equilibrio entre lo sabio y lo absurdo.

Era de noche y el esloveno tenía hambre. Se había encerrado en su habitación con los mejores amigos que pudo encontrar el Sr. Vodka y su esposa Doña tequila.

Ebrio hasta el último cabello, se dirigió a la cocina. La noche anterior había comprado patatas y se disponía a freír algunas. Cogió el cuchillo y se dispuso a pelar y cortar.

A pesar de que el departamento tuviera una cantidad exagerada de inquilinos, en ese momento sólo se encontraban el joven peruano y el esloveno.

El sudamericano tendría no menos de dieciocho años y como regularmente lo hacía estaba conectado a un juego online. Fue instantáneo el susto cuando escuchó gritar al hombre en la cocina.

El alarido no fue el típico grito vikingo que daba el esloveno cuando bebía demás, esta vez denotaba un inmenso dolor. Por instinto el chico dejó su laptop y abrió la puerta de su habitación, fue tan rápida su reacción que sólo se percató que no tenía calzado cuando la planta de sus pies sintió lo frío del suelo y lo húmedo del charco de sangre que dejaba el dedo del esloveno.

Por la diferencia de idiomas, fue difícil la comunicación, pero cuando pasan acontecimientos de esta índole no hay necesidad de gesticular palabras del mismo idioma.

El joven vio el rastro que había dejado el herido nórdico a través de la cocina, su habitación y toda la sala. Era la primera vez que él veía esa cantidad de sangre. Sin dudarlo y teniendo conocimientos básicos de qué hacer, volvió a su habitación y cogió lo necesario para atender a su paciente.

Era claro que el corte necesitaba puntos, la sangre no se detenía y, una a una, las gasas se acababan. El peruano tuvo miedo de que el gran hombre se desmayara por la pérdida de sangre, pero de un momento a otro, y gracias a un torniquete improvisado, la hemorragia se detuvo.

El esloveno se sentó en el sillón mientras el joven limpiaba todo el desastre con legía y mucha agua. Cuando terminó de dejar la cama libre del líquido rojo, el hombre adolorido se echó a dormir diciendo: “Gracias” con su español mal dicho.

La travesía había acabado para el muchacho, pero la impresión seguía en él. Entró a su baño y al momento de querer lavarse el rostro, se percató de la sangre en sus manos. Era demasiada, era tanta que necesitó limpiarlas varias veces con agua y detergente. Terminó de limpiarse completamente y volvió a su alcoba.

Dentro se sentó en su cama y comenzó a temblar. Había ayudado a alguien, pero arriesgando su propia vida. Pensó en la enorme cantidad de enfermedades que pudo tener y aun así nunca dudó que lo hecho estuvo bien.

El sentimiento de soledad abarcó el corazón del joven. Todo su mundo estaba en Perú, sus amigos, su familia, su hogar y su madre, que estaba en España con él, trabaja hasta tarde.

Las lágrimas ya empezaban a salir cuando dos golpes retumbaron en la puerta de la habitación. El peruano salió temeroso y, al abrir, vio al gran hombre moreno de Nigeria, éste casi instantáneamente lo abrazó.

La muestra de cariño le recordó los abrazos tiernos que le daba su papá cuando peleaba con sus hermanos y lo hizo sentir en casa. “Bien hecho amigo”, dijo el hombre despidiéndose “Alá esté contigo”.

Ambos personajes salieron por la puerta principal y se dirigieron al hospital. El joven no lo supo de inmediato, pero su ayuda permitió que el esloveno no muera desangrado.



En la vida hay momentos en que el mundo deja de ser sólo para ti y comienzas a entender que existen otros seres vivos a tu alrededor. Personas que tú necesitas y, especialmente, personas necesitan tu ayuda.




Escribe  Erick GUERRA
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¡ADIOS A LA INOCENCIA!… ¡HOLA A LA FEMME FATALE!

Crónica del Concierto de Britney Spears en Lima.

¡ADIOS A LA INOCENCIA!… ¡HOLA A LA FEMME FATALE!

Ha pasado más de una década desde la primera persona que soñó con ver a Britney Spears en Lima. Pero de aquel sueño solo queda el recuerdo y está claro que el tiempo ha pasado, y que de aquella princesa del pop para adolescentes ya no queda casi nada. Más bien se trata de una desenfadada mujer que toma las riendas y apunta al éxito en la pista de baile, o al menos lo intenta.

Gracias a la inercia de los años de…Oops i did it again, Crazy, Lucky o Sometimes, nos llegó el Femme Fatale Tour. Y si bien los excesos y caídas producto de vivir bajo la mirada del mundo entero afectaron la carrera musical de Britney, su imagen como estrella pop sigue siendo atractiva y muy rentable para muchos, especialmente si se trata del primer concierto de Britney Spears en el país.
El jueves 24 de noviembre del 2011, la explanada del Estadio Monumental fue una fecha que pocos se podían perder. Se trataba de ver en carne y hueso a Britney Spears, y si la música estaba buena, pues eso es solo un plus. Lo que importaba era ver el circo Britney. Dicho lugar fue el punto de encuentro para todos los Brit-Armys (Nombre que reciben los fanáticos que significa Ejército de Brit).

Spears presentaba dos momentos en su carrera. El rezago de la imagen de princesa del pop, años de cuando se sumó a las boybands y la misma imagen inmaculada que hoy repiten los Jonas Brothers, Justin Bieber y Miley Cyrus. Y por el otro lado, su lado post Blackout, que busca seguir los pasos de The Black Eyed Peas, LMFAO, Lady Gaga, David Guetta, Rihanna, etc.

Es así como teníamos a Britney en ese punto que va dejando de lado el éxito de su inocente adolescencia intentando reinventarse en una nueva estrella de la discoteca y la vida nocturna. Y la verdad es que ya estábamos advertidos de esto desde hace mucho tiempo, y guerra avisada no mata gente.

Afortunadamente estuve haciendo mi cola desde las 8 de la mañana. Mientras caminaba hacia la explanada pude escuchar los primeros gritos que viajaban por los cerros.

Llegaron las 9 de la noche en punto y Britney salió al escenario. “Hold it against Me” fue la primera canción de la noche, con la que pudimos verla en persona, respirando el mismo aire que nosotros. Una enorme pantalla central, escenografía y más de una docena de bailarines acompañaban a la chica de Louisiana. Poca ropa y una intensa carga sexual eran transmitidas desde el escenario para placer de todos sus fanáticos.

“What’s up, Perú?” decía para esperar los gritos del público que había colmado el recinto. Aquella sonrisa que nos encandiló años atrás era extendida por las pantallas. Sin embargo, la inocencia de aquella sonrisa era seguida de “Piece of Me”, mientras cuatro bailarines vestidos de cuero y con actitud sadomasoquista hacían movimientos sexuales al ritmo de la canción.

A estas alturas, hasta el último ingenuo había perdido la esperanza de encontrar a su Britney angelical. Mientras el otro lado del público caía rendido ante el show, los bailes, vestuarios, etc. Solo quedaba rendirnos a la electrónica discotequera de “Big Fat Bass”. Inmensos parlantes se movían sobre el escenario y de uno de ellos aparece ella a cantar el tema junto a Will.i.am en la pantalla.

Pronto llegaría el momento que muchos esperaban. El turno de subir a alguien al escenario y los miles de asistentes estallaron en emoción con la esperanza de ser los elegidos. Pero fue un joven de adelante llamado Rubén. El subió al escenario para ser esposado de las manos y tener un Poledance de parte de la mismísima Britney Spears al ritmo de “Lace & Leather”.

Así siguió el show de Femme Fatale, el mismo repertorio que vino repitiendo en toda la gira, el mismo show.

Llego el momento más espectacular de la noche, Britney convertida en toda una diosa griega, se escucha a todo volumen su popular frase “It’s Britney BITCH”, vestida de dorado y con todos sus bailarines a su alrededor y todo el público coreando la frase y dando inicio a “Gimme More” uno de sus temas más sensuales en toda su carrera artística.

Pero entre todo esto, hay que reconocer que el final del concierto sí fue un espectáculo que sorprendió a muchos. Desde “I'm a Slave 4 U” y la inmensa plataforma, pasando por “Womanizer” mientras Britney decía “Thank you so much, Perú. You guys have been amazing”, para finalizar con “Toxic” y “Till The World Ends”.

Pero el concierto fue más que nada ver a Britney Spears en persona. Pues no se trata de si usó playback o no, obvio que iba a ser así. Hubiera sido ingenuo pensar que no. La gracia estaba en ver al ser humano Britney haciendo sus bailes y posando ante miles de peruanos que se reunieron a apoyar a su estrella, sin importar lo que el mundo piense de ella.

Y si para algunos el setlist no fue lo que esperaban es porque Britney Spears ha cambiado. No se le puede exigir lo mismo que a cualquier otro músico, ya que son solo pocas las personas en el mundo que viven las experiencias que vivió Britney. Tal vez cantar “Lucky” en estos días hubiese sido muy fuerte para ella y eso es algo que sus verdaderos fans entienden y aceptan al ser humano Britney Spears más que a la estrella pop Britney Spears.

 
Orgulloso de ser Brit-Army (Fan de Britney Spears)


Britney dando inicio a su primer show en Perú con el Tema "Hold It Against Me"


Final de concierto "Femme Fatale Tour" en Lima. Britney elevada a lo mas alto del estadio despidiéndose con " Till the World Ends"
(Fuente de Fotos: Mi Facebook Personal)


  Escribe  Orlando SOTOMAYOR





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EL PARQUE DE LA EXPOSICIÓN Y SUS DIVERSOS VISITANTES

El Parque de la Exposición y sus diversos visitantes

Era una tarde opaca y fresca. El reloj marcaba las cuatro de la tarde, y en el Parque de la Exposición era la hora precisa para recibir a todo tipo de público.

Personas descansaban plácidamente en el grass, como si estuviesen en su propia cama. Algunas daban la impresión que sólo iban por eso al parque. Quizás dormir en un ambiente fresco, con un aroma ecológico, donde sólo destacan las plantas, y no el olor de cuatro paredes, es preferible. Señoras con una mantita extendida sobre el pasto, para evitar que se pegue a su ropa, juegan con sus bebés. Las familias estaban prácticamente en un picnic, con una variedad de frutas sobre una cesta de mimbre. Sus niños correteaban alrededor de ellos, y la tranquilidad se notaba en sus rostros, esa tranquilidad de no estar pendiente que pueda pasar un carro y ocurra algún tipo de accidente, o quizás que puedan caer sobre el asfalto y hacerse una herida fatal.



Las clásicas banquetas de madera que tiene el parque casi en su totalidad estaban ocupadas por enamorados; había de toda clase. Algunas parejas que parecían derramar miel, pronunciaban tres o cuatro palabras y se daban un apasionado beso. Cualquiera que los viera pensaría que no se ven después de años. Otras trataban de limar sus asperezas, pero en vez de solucionarlas, el tono de conversación iba en aumento. El movimiento de las manos era más exagerado. Las expresiones no eran de amor, y los gestos parecían de dos personas enfrentadas en un ring de box. Había unas parejas más tímidas, pues conversaban tranquilamente, y se daban unas miradas tiernas, se acariciaban las manos y se decían secretitos al oído, como si no quisieran que nadie se enterara de su amorío.

Cientos de niños corrían por todos lados. Sus padres y madres atrás de ellos los cuidabans y trataban de agarrarlos como si fuesen un globo de helio escapándose de sus manos. A algunos niños no les importaba perderse dentro de la grandeza del parque; ellos sólo jugaban con nuevos amiguitos, que quizás ya no volverán a ver.

Tres personas captaron la atención de la gente. Una pareja de esposos y una señora, con estampitas del Señor de los Milagros, estaban en una situación bochornosa. Al parecer, la vendedora de estampitas le había ofrecido de una manera tan insistente al señor, que al ver que no quería comprarle, comenzó a lanzar tremendas palabras y a mencionar a la pobre madre del señor, que nada tenía que ver en ese asunto. La vendedora no tenía aspecto de ser muy devota de la religión, y peor aun con el tan colorido vocabulario que manejaba.

En el centro del parque se había conglomerado la gente, formando un círculo. Estaban observando el arte de un graffitero, que, al ritmo de una cumbia, hacía lo que mejor sabía. Decenas de latas de spray de distintos colores, llenaban su mesa. En una esponja echaba una combinación de algunos de estos colores, y los impregnaba en la cartulina blanca. Poco a poco se iba formando un paisaje hermoso, con técnicas impresionantes que solo a ese artista se le podía ocurrir para que obtenga el efecto perfecto para su diseño. Movimientos ágiles con las manos, una cara con una expresión interesante, un poco de fuego sobre su cartulina, y listo. Dio unas palabras a los espectadores, y pasó a entregar unos tickets gratis para sortear el dibujo que acababa de realizar. En ese instante, es donde las personas comenzaron a retirarse, pues sabían que de alguna manera tenían que dar alguna moneda. Es ahí donde el espectáculo para los spray, terminó.




 Poco a poco iba oscureciendo. Ya no había tantos niños, pero el número de parejas habían aumentado. Parejas adolescentes entraban al parque, con caras traviesas, con agarraditas sensuales de cinturas, y risas cómplices, como si la oscuridad de la noche fuese su mejor aliado.


Escribe  Mariana DE LA CRUZ
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miércoles, 22 de octubre de 2014

UN PASEO EN EL METROPOLITANO

Un Paseo en el Metropolitano

Amanece un miércoles en la ciudad de Lima. Los primeros rayos de sol se dejan asomar en el horizonte para regalarnos un poco de su luminosidad. Las personas se preparan un día más para ir al trabajo. Los niños para ir a la escuela, porque aún estamos a mitad de semana.

Llegando a la estación principal del transporte Metropolitano, en la av. Naranjal, los colapsos empiezan a sonar, el tráfico incrementa y la gente sigue llegando. Las colas se agrandan dando vueltas como ruletas. El reloj marca ya las 6 y 30 de mañana, y a lo lejos se deja ver el primer Metropolitano Expreso 1. Los incapacitados empiezan a tomar sus lugares. El show va empezar, el bus da unos cuantos pasos y las personas se avientan como pirañas por su presa abalanzándose hacia el bus.

-Ya se encuentra lleno- aclaman algunas personas, deteniendo a la gente. El sensor de la puerta empieza a sonar, las puertas se cierran y los controladores empiezan a detener a las personas que se quedaron fuera. El chofer decide emprender el corrido. Los pasajeros sacan los celulares y encienden el reproductor de música. Otros usan las redes sociales, y los demás solo duermen.

En el camino, el hombre de capucha roja, pantalón azul y zapatillas blancas,  con actitud muy sospechosa, intenta ponerse tras la espalda de la mujer de minifalda negra, cabello castaño, ojos claros y de tez mestiza; la señorita no le toma importancia pero el hombre, ni corto ni perezoso, soba sus testículos por la retaguardia de la joven. Ella voltea, lo mira y se aleja.

Llegando a la estación Caquetá, el pestífero olor toma personaje y se apodera de todos los pasajeros. Algunos abren las ventanas, otros las cierran y a los demás parece no importarle. El reloj sigue avanzando, las vías se encuentran llenas, fomentando el tráfico y desorden, pero el bus sigue con su recorrido. Cada estación es un revuelco de gente que sube y baja.

Llegando a la estación Central, el brusco cambio de clima se presenta, la lluvia empieza a jugar un papel importante, las ventanas se cierran, los cierres de las casacas cubren los cuellos de los friolentos pasajeros, las ventanas empañadas, pero ellos no se detienen siguen con su rutina. Se vuelve a repetir el ajetreo de la estación Naranjal, aplastando, golpeando, y si se pudiera ir en el techo, lo harían.

No importa si son niños, jóvenes, adultos o ancianos. Ellos solo tienen el fin de llegar a su destino. Los asientos siguen llenos. Entre los pasajeros sentados, unos duerme como si no lo hubieran hecho en años, sin darse cuenta que su cabeza gira como una licuadora, captando la atención de uno que otro pasajero que se encuentra de pie; también se puede apreciar personas que toman los asientos reservados, haciéndose los dormidos, para no cederlos a quién realmente lo merece.

La hora no se detiene. Cada segundo es importante. Se siente la adrenalina de los trabajadores y estudiantes al ver la hora y saber que el reloj les lleva la delantera. Presurosos bajan en la estación Angamos. El bus se queda semivacío y los asientos son tomados por las dos o tres personas que subieron.

Por fin podemos apreciar el paradero final de tal recorrido, Matellini; pero eso no es todo. Tal vez aquí venga lo más irritante para los pasajeros: desde el olor a agua empozada, hasta la procesión que se lleva a cabo para poder cruzar el puente que los llevará a la estación de abastecedores, envueltos por la lluvia y la imponente neblina.


La gente hace cola esperando ser recogidos por los alimentadores. Se vuelve a ver el vaivén y la disputa por abordar en algún bus, que terminará por trasladarlos a su destino final. 

Así de forman las colas para ingresar al Expreso 1


Escribe  Eloísa León


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MIRADAS QUE CONTEMPLAN UN GRAN PANORAMA

Visita al Cerro San Cristóbal

MIRADAS QUE CONTEMPLAN UN GRAN PANORAMA

Místico lugar guarda un legado histórico

La mañana está en todo su esplendor. Limeños, provincianos y turistas esperan una aventura inolvidable, todos devotos con la fe clavada en el corazón. Integran un mediano y cómodo servicio móvil, más conocido como "urbanito”, que desde la Alameda Chabuca Granda, los hará viajar en el tiempo a tan solo 5 soles.
Poco o poco, las personas ocupan los asientos muy ansiosos. La canción “Inga”, de la interprete Eva Ayllón, retumba los corazones de los peruanos y alegran los oídos de los turistas.  
Después de larga espera y gracias a los alaridos de los pasajeros, con el afónico aviso de la guía, el bus parte con destino al Cerro San Cristóbal. En el trayecto, el bus cumple con el recorrido turístico – Buenos Días, mi nombre es Sara. Hoy les hablaré un poco de lo que fue Lima – dijo la guía para dar inicio al innovador trayecto.
En el recorrido, la amable señora de tez trigueña va mostrando los diferentes lugares que contienen importancia histórica, como es el santuario de Santa Rosa de Lima, que se encuentra en la longeva avenida Tacna, en donde nació la santa limeña, en 1586. En el santuario se ubica el pozo de los deseos, donde los fieles depositan sus cartas con sus peticiones, especialmente cada 30 de agosto.
Seguidamente, el río Rímac sale a la luz. Por los fuertes ruidos que hacen sus aguas al chocar con las piedras del fondo, se le conoce como el “río hablador”, nombre que probablemente fue dado por los antepasados incas. En el trayecto por este popular distrito, también conocido como el “Barrio de San Lázaro”, los pasajeros aprecian más lugares: La Alameda de los Descalzos, Plaza de Toros de Acho, Quinta de Presa, Paseo de Aguas, Capilla de Nuestra Señora del Rosario del Puente.
La amable y afónica Sara anuncia que se empieza a subir el gran cerro turístico. En los rostro de los viajeros se reflejaba la típica frase “lento pero seguro”, pues el caminos es demasiado empinado. En aquel momento, los nervios se apoderan de cada milímetro de piel, pero eso no impide que se diera paso a la emoción. El Cerro San Cristóbal se evidencia en todo su fulgor.
Reina la emoción. Los viajeros se muestran muy interesados por lo que sus ojos veían. Los niños, inquietos como lombrices, hacen un sinfín de preguntas a sus padres. Los turistas tratan de entender lo que la guía daba a conocer. Para aliviar sus inquietudes, un joven traductor, que estaba entre los usuarios, les señala algunos de los lugares que ellos no comprendían. Parejas de enamorados que entrelazaban su amor, agarrados  de la mano, contemplan el bello paisaje.
Si bien todo era turísticamente hermoso, las miradas de los viajeros se cruzan con la parentela del barrio rimense del Cerro San Cristóbal. Madres abnegadas y apuradas salen para cumplir con sus labores, caminan cuidadosamente por el contorno de la vía con todo lo necesario para jornada; amigos de barrio que inician el día con anecdóticas conversaciones, alzan sus miradas con el rostro neutro. Mototaxistas, empiezan, con el pie derecho, su trabajo matutino. Al ver pasar el bus, nadie se asombra, pues ya están acostumbrados.         
El medio de trasporte hacía un esfuerzo sobre humano para llegar a la cima. El camino era casi estrecho. Sara, con gran entusiasmo, cual maestra, señalaba la primera cruz, pues a lo largo del camino el escenario iba mostrando cada una de las catorce cruces. Tienen un grandioso significado religioso. Los españoles y misioneros ascendían, desde antes de la conquista, rezando el Vía Crucis y rememorando las estaciones de Jesús. Cada primer domingo de mayo se continúa con esa tradición.
El bus por fin llega al gran mirador de la ciudad. Se exhibe un cielo casi nublado. Desde la cima, se visualiza una inolvidable vista panorámica de Lima, aunque el cielo no brinde gran ayuda. Un ambiente de paz y libertad se hace presente.
El clima friolento hace templar a los visitantes. Cuantiosas personas descienden de distintos “urbanitos”: universitarios, familias, parejas de enamorados por doquier, turistas extranjeros etc. Todos salen animosos con grandiosa expectativa.
Curiosas miradas voltean hacia una familia de provincianos devotos que llevan a cabo un pintoresco ritual. Ellos piden por la salud y el trabajo de los suyos, y agradecen al Ser Superior. De ello se encarga un chamán que, con mucha fe, realiza la singular tradición. La costumbre nunca se pierde, pues antes de la conquista los antiguos peruanos ascendían a la cima para llevar ofrendas y sacrificios a sus dioses.
Por otro lado, los recién casados se hacen presentes. Juntos posan para la foto del recuerdo al pie de la cruz. Con un virgen vestido blanco, el cabello finamente decorado y el semblante risueño, la novia coge del brazo al dichoso novio elegantemente vestido con una pequeña flor blanca en el pecho. Sus expresiones corporales manifiestan el amor que horas antes se juraron.
En medio del mirador, se aprecia la “Erminata de San Cristobal”. Muchos fieles suelen ofrendar ramos de rosas y encender velas coloridas que contienen un sinfín de deseos. Lo mismo hace un grupo de damas urbanas que conformaban una familia. Juntas se acercan a la humilde vendedora de velas, con largas polleras nativas de la región andina; una enorme canasta con diversas flores que entrelaza su brazo izquierdo, y una muestra que contiene los  significados de cada color de vela. Las mujeres, con sus respectivas velas, se alejan de la indigente mujer. Cada una, con mucha devoción, encienden sus velitas y piden sus deseos que circulan en sus mentes. Testimonios cuentan que muchos de sus anhelos han sido cumplidos.
El atardecer se hace notar. Los visitantes demuestran gran placer y tranquilidad que este lugar ofrece. Se hacen notar esas miradas clavadas hacia esta tierra del sol, con ricas montañas y hermosas tierras. Entre sus mentes se escucha “¡Este es mi Perú!”.

Cumplida la magnífica experiencia, los turistas a pasos lentos y con una notable sonrisa ascienden al “urbanito” satisfechos con la visita. El bus parte de regreso. Sara muestra su agradecimiento sincero hacia todos los presentes. El semblante de cada viajero evidencia grandes ansias de llegar al punto de partida para poder seguir recorriendo la histórica lima.   

La cruz que fue sustituida durante el gobierno del presidente 
José Balta la cruz por una de encajes de fierro colado.


Mirador del Cerro San Cristóbal http://www.criollosperuanos.com/


 Escribe  Mariela VELA



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CALLES DEL CALLAO SON TIERRA DE NADIE

Calles del Callao son Tierra de Nadie

La de nunca acabar. La última madrugada del sábado 27 de septiembre, dos bandas de delincuentes tomaron las calles Las Fresas con Canta en la Urb. La Quilla, en el Callao y sembraron terror en todos los vecinos.
La pelea entre las dos bandas, conformada por 5 y 8 pandilleros cada una, se originó luego de que uno de los integrantes le faltó el respeto a la hermana menor del cabecilla del otro grupo. Es así como se dio inicio a los tiroteos e insultos.
Hace cuatro meses, sucedió un hecho similar, pero en ese caso sí hubo dos muertes. Gracias a Dios esta vez no hubo pérdidas humanas.
Los vecinos ya se encuentran cansadísimos de estos feroces enfrentamientos. Ellos Exigen a las autoridades tomar cartas en el asunto para revertir la inseguridad ciudadana.
Nueve policías, en cuatro unidades, de la comisaría de  Bipol lograron controlar el hecho y capturaron a cinco integrantes. Se realizarán las investigaciones correspondientes. 

La noche cae y los bandoleros toman las calles del Callao 



Escribe  Eloíza León
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PROSTITUCIÓN EN LA CALLE DE LAS PIZZAS

Prostitución en la Calle de las Pizzas

La angustia parece invadirlas. Rondan la calle de las pizzas en Miraflores en busca de algo de dinero. La noche se vuelve fría, pero a ellas no parece importarles. Visten con minifaldas, tacones altos y abrigan sus cuerpos con una casaca y algo del “amor” que intentan vender.

Se encuentran perfectamente maquilladas, con los labios totalmente rojos y cada una con una cartera de cuero negra. No todas pasan los 35 años de edad. Algunas con un cuerpo de infarto y otras con unos kilos de más.

Están en una esquina conversando o riendo. Miran los cuerpos de los transeúntes con el único objetivo de atraerlos para ganarse el pan de cada noche. Sin ser presuntuosas, comienzan a abrir los deseos carnales de aquellos lobos en busca de diversión barata. Quizás aquellas mujeres intenten venderse para pagar el alquiler, para ayudar a sus hijos o simplemente porque no conocen otra forma de ganarse la vida.

Una de ellas parece ser nueva. Demasiado bonita. Piel blanca, cara redonda, ojos verdes y pestañas largas rizadas.La noche parece congelarla y al mismo tiempo cubrirla con su manto protector. Solo viste unas mayas rotas, una minifalda negra y una casaca de cuero. Ella no trae cartera.

Sus facciones son demasiado finas, pero el modo en el que se ha maquillado la hace ver como una muñeca de porcelana, con las mejillas totalmente ruborizadas. Parece tener miedo y cual buitres, los lobos comienzan a rondarla preguntándole a la dama que se encuentra a su lado: “¿Cuánto cuesta?”.

Los ojos de éste ángel nocturno comienzan a llenarse de lágrimas. Entre sus compañeras empiezan a cuchichear que es “su primera vez”. Algunas de sus amigas, ya veteranas, le aconsejan que no tenga miedo. La primera vez será un martirio, pero luego, se acostumbrará, enfatizan.

Sus manos estrujan su falda y, con total resignación, acepta irse con el mejor postor: un lobo regordete, ya afectado por la calvicie, pero eso sí, con el dinero suficiente para pagar por un poco del amor que aquella muchachita está dispuesta a compartirle en una noche de bajos instintos.

Mientras sube al auto de aquel lobo, un Audi deportivo, totalmente negro, derrama una lágrima. Parece ser que hoy pierde la inocencia y comienza una nueva etapa más en su vida. Desde hoy comenzará a deteriorar su amor vendiéndolo todas las noches por un par de billetes. Desde hoy tendrá que acostumbrarse a acostarse con un extraño cada noche. Desde hoy tendrá que decirle adiós a los cuentos de hadas y tener que besar a cada sapo, pero no para encontrar a su príncipe azul, sino para pagar los gastos de su propio reino.



Escribe  Sheylla REDHEAD


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domingo, 19 de octubre de 2014

EL REY DE LA NADA

El Rey de la Nada 

¿Puede un ser vivo llegar a ser tan degradado y humillado?, ¿a pasar de la gloria de su salvajismo  a recibir vulgares burlas hasta el último de sus días? El león de nuestro famoso Parque de Las Leyendas se transformó después de ser el rey de la selva, la bestia  más feroz y temida de todo el mundo,  en la “salvaje” ridiculez que hace reír al público. Y todo debido a que se encuentra solo. Estos animales viven en manada y por lo menos debería tener una leona que lo acompañe. Ahora, él se siente solo y humillado.

Su día  comienza a las nueve  de la mañana, aunque no exactamente, puesto que la gente comienza a llegar a las diez o más. Aparte de eso nuestro querido amigo está entre las últimas de las atracciones del parque, al final del recorrido. Tal vez esto le dé un poco de tiempo de acicalarse y ponerse más tenebroso, cosa que es casi imposible porque ya ni garras tiene. 

Los primeros curiosos comienzan a llegar. Quizá por sus mentes pase un leve prejuicio, puesto que se pueden encontrar con la fiera más rebelde de todo el lugar. De un momento a otro, el miedo se convierte en una torpe sonrisa. Ver un león echado y desganado que a leguas se nota que está viejo o quizá por estar enjaulado sea la razón de que el rey ya no atemorice a nadie. 

Es la especie cazadora por excelencia, pero ahora debe esperar hasta el mediodía, a que su cuidador lo alimente con varios kilos de carne machacada, y para que este le sirva su ración, el felino debe rugir. Solo unos pocos espectadores logran escuchar el rugir del león. Tanta es la risa que al menos un niño se atora con su jugo de durazno. 

“Profesora Carmen, ¿por qué este gato maúlla así?”, pregunta una niña de corte hongo. El león levanta la cabeza, quizá de cólera por la comparación. Mira que en ese colegio todas las niñas tienen corte hongo, comienza a rugir de nuevo. Tal vez esos peinados le recuerdan su jungla. “No es un gato, es un león, y está con hambre”, respondió Carmen. Se ve cómo se abre una pequeña puerta por donde la “fiera” recibirá su comida.

León enojado por el comentario de la escolar.
 El león parece estar resentido con  el público después de tantas risas y burlas que escuchó. No quiere que lo miren comer, tal vez porque ya está chimuelo. Luego de varios minutos se levanta con las justas como si tuviera complejo de oso perezoso. Cabe decir que estos no están muy alejados y la flojera se le pudo pegar. Los pellejos se le cuelgan a tal punto que parece hembra luego de haber sido succionada por sus crías. La comparación con Jaimito El Cartero quedaría perfecta, ya que da a entender que quisiera evitar la fatiga. 

Cada paso es más lento, puesto que sabe que la comida ya está muerta y no escapará. Sus ganas están más arrastradas que su pellejo, se le nota en el brillo de sus ojos que preferiría cazar un antílope o una cebra como en sus buenos tiempos en África.  

Tiene una mirada desencajada y sin ganas de seguir en la rutina. ¿Puede llegar un ser vivo a ser tan degradado y humillado?  La respuesta está reflejada en su rostro. No lleva más de 5 años encerrado pero pareciera que no aguantará un año más.

Es la segunda hora pasando el mediodía. Quizá está algo relajado, ya que el gentío está en hora de almuerzo; aprovecha para realizar algunos ejercicios porque parece que no quiere perder el físico, aunque ya no lo tenga. Da un par de vueltas en el reducido espacio en el que se encuentra, y como un asmático se le entrecorta la respiración.

Sabe que la muchedumbre regresará, así que decide echarse. Tal parece que su plan es aburrirlos hasta que se vayan, ya que no tiene ánimos de ser una “atracción” más que le regalará sonrisas. Es el rey y quiere hacerse respetar.

No hace gran cosa hasta las cuatro de la tarde, solo levantarse una que otra vez a dar vueltas en su aislamiento o tomar agua de un charco. Esperará a que cierre el parque, no falta mucho.

La gente que se acerca cada vez es menos. Tal vez esto incremente su vergüenza  y deshonra, pero al menos estará un poco más tranquilo. Las noches serán testigos de su amargura, melancolía y pesimismo, ya que no gobierna sobre nadie y ya nadie le teme. Se le cayó la corona al rey y solo le queda el sinsabor del enclaustramiento.

 La incomodidad del rey reflejada en su mirada.


Escribe  Enrique RODRÍGUEZ
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viernes, 17 de octubre de 2014

“DIVERSION” Y SEXO PINTADO DE COLORES

Crónica de una fiesta semáforo

 “DIVERSION” Y SEXO PINTADO DE COLORES

Es una fría noche de sábado, y en lo más alejado del distrito de Ate, en Rosa, donde casi no hay casas alrededor, hay un grupo de 30 jóvenes aproximadamente, quienes no pasan de los 17 años, que esperan ansiosos divertirse y mover sus cuerpos al son de la música hasta el amanecer.
Todos ríen y están dispuestos a dar rienda sueltas a sus instintos prematuros. Se insultan e incluso se escucha el popular: “¿Oe huevón, vas a entrar o no?”.  En medio de ese alboroto, hay una sola jovencita, no tan alta, algo desaliñada y con el cabello un poco maltratado.
Aquella adolescente parece querer y no querer entrar al Klub, una discoteca algo envejecida y sucia.
En la caja, se encuentra un hombre de aproximadamente 1.80 de estatura y con un cuerpo demasiado fornido tal cual Hércules, quien comienza a ofrecer las populares pulseras de color a tan solo cinco soles: los que escogían el verde es que estaban dispuestos a “todo”, es decir, libar licor, consumir drogas, tener relaciones sexuales con cualquier desconocido e incluso participar de orgías. Los que elegían la pulsera amarilla eran los dudosos (la decisión la tomarían en los momentos precisos) y, por último, se podían optar por el brazalete rojo. En este caso, el participante solo deseaba bailar.
Los púberes en mención, los cuales, por su actitud, siempre concurrían al lugar, se encontraban al borde del éxtasis y habían elegido la pulsera verde.
El reloj marca la medianoche y en todo el lugar, el cual era rústico y con un jardín posterior, resonaba el reggaetón a todo volumen. Las jovencitas parecen alocarse bailando desenfrenadamente y al igual que unos cazadores, los chicos empezaron a rondarlas en busca de su próxima aventura de la noche.
Aquella chica desaliñada se sentó en una esquina al encontrarse perturbada por tanta excitación de parte de sus compañeros. Con una cerveza en la mano empieza a disfrutar un poco de la música. Se anima a bailar, pero un joven cazador le hace una propuesta algo indecorosa.
Ella parece voltear la mirada, pero se siente atraída y algo curiosa por saber qué cosa es “la ruleta sexual”.  El precoz muchachito, que no pareciera tener más de 15 años, le explica que es solo es un juego, algo para “pasar el rato”. Aquel inocente juego consiste en tener relaciones sexuales entre varias personas sin protección. Quien eyacule primero, pierde y el castigo es que debe salir del juego. El ganador se hará acreedor de licor.
Aquella muchacha desaliñada no acepta la propuesta, pero, entre risas, le pide al joven cazador ver el juego. Este, dándose aires de prepotencia tal cual gladiador victorioso, le dice que sí lo puede hacer; es más, le aclara que lo va a presenciar porque el juego se realiza abiertamente a la vista de todos.
Al igual que un coliseo, aquellos jóvenes, con aires de gladiadores, se abalanzaron sobre las tiernas e inocentes doncellas, quienes, a la hora de la acción, resultaron ser unas fieras con ansias de satisfacer sus voraces apetitos.
La música se mezclaba al unísono de los gemidos de placer. Aquellas doncellas sucumbían ante tanta adrenalina. Aquellos gladiadores caían uno a uno después de dar, según ellos, una buena pelea.
El coliseo se impregnaba del olor que emanaba de aquellos cuerpos agotados por la batalla, los cuales se ensuciaban de los vestigios de la lujuria y la pasión de tan largas guerras que se libraban encima.
La muchacha desaliñada no soportó aquel escenario grotesco y decidió marcharse. No podía creer lo que veía ni tampoco aceptar las bajezas a las cuales aquellos adolescentes daban rienda suelta. Ella no parecía entender por qué aquellas doncellas decidieron cambiar las muñecas por el deseo.
A las 5 a.m. termina todo. A algunos los venían a recoger sus padres, quienes ingenuos, creían que estaban en una fiesta común. Otros, se perdían entre las frías calles para tomar el bus o combi que los llevará a casa.

Publicidad engañosa, la cual hace aparentar una fiesta tranquila. Cabe recalcar que a estas fiestas esta prohibido el ingreso con celulares y cámara de fotos (Fuente: Facebook)


Escribe  Orlando SOTOMAYOR
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