Tu nombre hace alusión al
firmamento, a la suavidad de tus manos, a la dulzura de tu ser. Celeste (20) es
tu nombre. Eres una madre abnegada que entrega su vida por Luis, tu pequeño
gorrión de 3 meses.
Estás temblorosa. El frío
penetra cada célula de tu cuerpo débil; sin embargo, tu sonrisa, cálida, como
el abrazo de una madre, encandila la sala desde tu ingreso.
Me cuentas, pequeña flor de
loto, que regresas de una tarde sobrecargada de trabajo en la panadería del
CETPRO Reina de la Paz, en el que resides desde antes del nacimiento de tu rey.
Tu ojos se tornan brillosos y transparentes como el agua de manantial que solo
deleita a aquellos que se atreven a ingresar al gélido ambiente en el que te
encuentras protegida.
–Acabo de hacer los biscochos
que comeremos en el lonche y unas tartaletas de fresa para vender mañana- dices
tímidamente. –No tengo mucha experiencia, pero hasta ahora no se me queman,
debe ser un gran avance- enfatizas mientras las risas brotan de tus delgados y
finos labios.
Se acerca un niño a
preguntarte si quieres un postre para entrar en calor, un rico arroz con leche,
el que solo sabe hacer la Hermana encargada de las clases de repostería y te
quedas perpleja de solo verlos, asientes
con la cabeza y las risas se disipan. Te pregunto si te sientes bien, y me
comentas que tienes un hermanito, que el solo hecho de mirar aquellos ojos
negros te hizo volver en el tiempo. Lo sentiste cerca, sonriéndote, hablándote,
pronunciando tu nombre, pero luego caíste en cuenta de que solo fue un efímero
recuerdo.
Bajas la mirada, presionas tus
manos y continúas: –Mi hermano tenía 6 años cuando lo dejé en casa de mis tíos.
Iba a ser injusto que él pasara todo el infierno que me tocó vivir. No me lo
hubiese perdonado.- sentenció con una mirada de ultratumba.
–Mis padres no estuvieron
presentes en mi infancia. Mi madre era de aquellas mujeres que prefieren dar
todo por su esposo, incluso matarían para protegerlo, si fuese necesario. Ella
trataba de cuidarnos, pero desde que nos abandonó mi papá, el calvario comenzó.
Trajo a su pareja a vivir con nosotros, y él conseguía dinero para beber a
través de las noches que pasaba ella con sus amigos, le decía que si no lo
hacía la dejaría. Me enfermaba oír sus gritos, los gemidos e incluso, la forma
en la que las manos de mi padrastro silueteaban su cuerpo. Me daba asco.
–reafirmaste con sumo dolor.
Te quebraste de solo traer a
tu mente las lágrimas de tu hermanito. Trató de defenderte cuando el cónyuge de
tu madre intentó abusar de ti, cuando tenías 9 años. Había llegado ebrio y no
midió su fuerza. Te empelló a la pared y te pegaba a su miembro. Tu llanto le hacía
sentir más placer del que ya se había apoderado de él con solo tocarte. Tu
pequeño hermano despertó por el ruido de la colonia que cayó de la cómoda de tu
habitación y corrió a auxiliarte. Le lanzó la zapatilla de su colegio, y la
bestia solo atinó a frotarse la cabeza, luego le mordió la pierna y fue cuando
lo hizo volar al cuarto del lado. De un patadón lo alejó para que no
interrumpiera su ritual salvaje. Aprovechaste para huir. Llegaste a la cocina,
tomaste el cuchillo más grande, y entre gotas agridulces que cubrían tu faz le
recriminaste y él solo se reía. Se largó y viste tu blusa favorita hecha trizas.
-Es como si hubiera pasado
ayer. Ni bien amaneció, tomé a mi hermanito y me fui. Gracias a Dios me acordé
dónde vivían mis tíos, pero a los meses, antes de mi cumpleaños me echaron de
casa por el mismo problema. El esposo de mi tía quiso abusar de mí y ella no lo creyó, así que se quedó
con mi hermano y a mí me dejó a mi suerte –contó nostálgicamente. –Así encontré
a una señora que necesitaba una chica para su tienda, me daba de comer y me trataba
bien. Pasé mi cumpleaños con ella.-continúas como si narrases una historia de
terror. Tus ojos perdían aquella luz y el cuarto se tornó gris.
-La señora comenzó a tener
deudas y mi presencia le molestaba. No sabía lo que ocurría, pero temía lo
peor. Ya no era dulce y solo me daba de comer a veces. Unos hombres llegaron
donde ella, a la tienda, y en la noche tomamos té con galletas. Me quise
levantar a lavar el aseo y la cabeza me daba vueltas. N no sabía lo que
ocurría.
Las lágrimas se adueñaron de
tu faz, quemando los surcos que una vez marcaron tus tantas sonrisas. Me
detallas que despertaste en una cama, que cuando quisiste bajar te heriste con
uno de los resortes que estaba fuera de ella. El dolor te invadió y no supiste
a quién acudir, pues no tenías a nadie. Ni tu propia familia estaba para
socorrerte. Aquellos hombres abusaron de ti, a pesar de que les pedía
clemencia, a pesar de rogarles que no lo hicieron. Tus gritos solo los hacían
más fuertes.
-Desde ese día sentí que
estaba muerta en vida. Me tenían con hombres que pagaban por mí. Me daba asco
sentir a cada uno de ellos como si fueran mi padrastro. Di a Dios por muerto. Me
dije qué clase de Padre permite que maltraten así a sus hijos. Lo odié y lo
maldije con todo mi ser.
Tu salvación llegó cuando por
fin, un oficial encubierto, pagó tus servicios y solo te preguntaba. Te pidió
tu colaboración para encarcelar a aquellos trogloditas. Aceptaste y a cambio te
llevó a Reina de la Paz.
-Gracias a ese ángel fue que
llegué aquí. Cuando me aceptaron las Hermanas, me llevaron a la posta y me
dieron alimento. Con los análisis se dieron cuenta de que estaba embarazada.
Por mi contextura, pasaba desapercibida. Creí que los mareos eran por los
golpes que me daban, pero era que ya tenía a Luis dentro de mí. Le puse así por
mi hermanito. Lo extraño demasiado.
Tu llanto no cesa, solo atinas
a cobijarte entre mis brazos como si fueran los de una madre. Al cabo, no dejas
de ser una niña a la cual le fue arrebatada su inocencia.
"Celeste amamantando a su pichón, luego de su presentación".
"Vendiendo dulces en el CETPRO".
Escribe Jazmín PAREDES
8 comentarios:
¡Que valentía!
Buena crónica Jazmín. Hiciste que en mí, nazca mucha admiración hacia celeste. Aquel bebé es una bendición de Dios.
Lo leei por segunda vez con la esperanza de poder volver a sentir lo increíble que fue la primera y vaya que fueron mas , celeste es una persona fenomenal , dicho relato me robo unas lágrimas y una sonrisa al mismo tiempo .
La historia de Celeste es muy admirable, sobre todo por la fortaleza que tuvo para poder sobresalir a pesar del sufrimiento
Comparto lo mismo que Alejandro, Celeste es una persona Excepcional.
Buen trabajo Jazz!
que gran historia !
Una muchacha realmente valiente y asombrosa. Comparto sus ganas de salir adelante
Una gran madre llamada Celeste, no tengo palabras para lograr describir el enorme coraje que tiene.
Me has hecho llorar que fuerza, que valentía
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