Una batalla contra el cáncer
Mariella Peralta es una mujer de
cuarenta años, que ha vivido una lucha constante durante diez años. Esta vez
decidió abrir las puertas de su corazón y revivir aquellos recuerdos más felices
y tristes a la vez, que aún lleva grabados en su mente.
Uno de sus enfrentamientos más
grandes que ha vivido hasta ahora fue la enfermedad de su madre Alida Márquez,
quien padeció de cáncer a los huesos hace 11 años, una enfermedad que de todas
maneras afecta a las personas más cercanas al paciente, una enfermedad que es
como un reloj de arena. Sin embargo, Mariela, junto a su madre y hermanos,
supieron ganar tiempo, ganar fuerzas, ganar voluntad y esperanza de vida.
Quise saber cómo se encontraba de
ánimo. Algo nerviosa y con un tono de voz un poco triste narró ciertas
incomodidades por las cuales está atravesando con familiares, preocupaciones
que zumban como abejas dentro de su cabeza, por sus hijos, por sus estudios y
su futuro.
Por otro lado, se siente tranquila
por la relación que lleva en estos momentos con sus hermanos, pues, siente que
se han unido mucho más que antes, a partir de la muerte de su madre, y eso la
tiene contenta. Con respecto a sus sentimientos y su estado de ánimo, está
tranquila, sobre todo estable, pero siempre cargando el dolor más grande en su
corazón: la partida de un ser, que es irremplazable por cualquier otra persona.
Todos juntos contra el enemigo
Mientras frotaba sus manos
trigueñas, contaba que a su madre le detectaron cáncer; pero no fue sólo a su
mamá, sino que a partir de ese momento, ella y sus hermanos tuvieron que luchar
como si ellos también tuviesen esa enfermedad. Mariella fue una de las más
cercanas a todo este dolor, debido a que ella fue la que tuvo que batallar día
a día junto a su progenitora en el hospital, no precisamente porque sus demás
hermanos no se hicieran cargo; al contrario, era porque no podían dejar de
trabajar, para así poder solventar los gastos que esta enfermedad conlleva. Es
por eso que ella vivió de cerca cada hincón, cada análisis, cada biopsia, cada
dolor.
Sorprendía mucho ver la forma y
la tranquilidad con la que relataba Mariella. Se acomodaba sus cabellos negros
que se le escapaban por la frente, y continuaba.
Preparada para el golpe final
Mencionaba los momentos cuando su
madre en vida le decía lo que debía hacer cuando fallezca. Ella con una voz más
pasiva, decía: _Yo sé lo que tengo que hacer mamá, pero no hay que pensar en
esas cosas porque aún te falta mucho por vivir.
En su expresión podía ver
claramente la nostalgia de remover estos recuerdos. A pesar de ello, esta mujer
de color serio, se mantenía firme, y sin quebrarse. Se tomó unos segundos antes
de continuar, y miró al vacío. Una expresión triste brotó de su mirada, y
recordaba las palabras y peticiones que le hacía su madre en vida. Como toda
madre, lo primordial era la unión entre sus hijos, ver a sus nietos crecer, y
ver el progreso que poco a poco tenían.
Un “jamás” rotundo, que se oía
con una voz de resentimiento, pero al explicarme, solo es más que tristeza,
pues, Mariella no se imaginó que en su última recaída, su madre falleciera. Fue
una complicación por la cual la señora Alida se puso mal. Y como había luchado
durante diez años con su cáncer de huesos. Una neumonía no la iba a poder
vencer.
Me dijo que estaba preparada
cuando recibió la noticia fatal, que su madre ya había fallecido. Los médicos
avisaron 24 horas antes que las cosas habían entrado en un cuadro demasiado
complicado y que no se podía hacer nada. Esto ayudó a que tanto ella como sus
hermanos estén de cierta manera preparados, eso no significaría que no iban a
sentir el dolor tan profundo que es el de perder a su madre.
Un sueño deseado, un mensaje esperado
Como era de esperarse, esa
valentía y fortaleza que demostraba Mari, se quebró por un instante, al contar
que aquella partida ha modificado mucho su vida. Con la voz temblorosa hablaba
lentamente, confesando que no era de esas personas que abrazaban a cada momento
para que sepan que quiere, ella tenía su propia forma de demostrar su cariño y
preocupación por la persona que le dio la vida. Las lágrimas invadieron sus
ojos, al decir que todo lo que se encuentra en su casa, la hace recordar tanto
a su mamá, que siente que la tiene a su lado, pero a la vez pedía soñar con su
madre, que se le manifieste en un sueño, dejándole un mensaje. Fue ahí donde la
lágrima bajó por sus mejillas, un poco coloradas por el bochorno del momento. Y
ya no pudo seguir con esa figura de mujer valiente, con una voz fuerte y
sólida, como se le solía escuchar.
La “Dama de hierro”
La mayor enseñanza que pudo
dejarle su madre a Mariella, era la garra por salir adelante, a pesar de los
obstáculos que la vida pone en el camino, siempre luchar y vencerlos. Dar
ánimos a quienes lo necesiten, y que mejor con su propio testimonio. Una madre
que nunca dejó solos a sus hijos, y se fue con la satisfacción de haber criado
a unas personas con valores intachables. En lo posible, le dieron la mejor
calidad de vida, alejada de problemas y solo concentrados en que pueda vencer,
o tan sólo tener controlada esa enfermedad.
Una mujer luchadora era lo que
nos graficaba Mariella, una madre entregada a su familia, una paciente con
mucha fuerza de voluntad y superación, una mujer de hierro. Quizás por ser una
persona tan valiente, Dios decidió que su final fuese así… tranquilo y sin
dolor.
Escribe Mariana DE LA CRUZ
6 comentarios:
El cancer es una enfermedad que afecta cada dia mas en la humanidad. Fuerzas Mariella
Buena entrevista, felicitaciones Mariana
La señora Alida, un ejemplo de garra, de querer vivir para su familia. y sobre todo el apoyo que recibio de sus hijos, es una gran muestra de amor hacia su madre
El cancer no discrimina a nadie, y es el motivo por lo que miles de personas parten de la tierra, pero me alegra saber que hay personas que no se deprimen por tener esa enfermedad
una historia muy conmovedora, fuerzas para toda la familia. felicitaciones Mariana
tuve el agrado de conocer a la Señora Alida, y puedo decir que fue una mujer muy fuerte, preocupada siempre por los suyos, y se notaba la ddicacion que sus hijos le daban, siempre atentos con su mama.
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