lunes, 10 de noviembre de 2014

UNA MIRADA DE AMOR

UNA MIRADA DE AMOR

No era la primera vez que me levantaba y encontraba las camas vacías. Un silencio sepulcral inundaba la casa. Me asomé al cuarto de mis papás y no estaban, era raro un domingo. Me dirigí al de mi hermana, atravesando el pasillo iluminado por un pequeño tragaluz. Toqué la puerta prudentemente. Luego de dos minutos, entré sin recibir respuesta. La cama estaba desordenada, los cajones de su ropero abiertos a la mitad. Destiné la mirada hacia la mesita de noche, no estaba la bolsa del bebé. Antes de sacar una conclusión anticipada, sonó el teléfono de la casa. Corrí rápidamente hacia el primer piso y bajé las escaleras acrobáticamente. Mi papá confirmó con esa llamada mis sospechas. En la madrugada internaron a mi hermana en la clínica, iba a nacer Alice. No conocía bien como llegar al lugar, por lo que tuve que esperar a que mi madre regresará por algunas cosas que mi hermana podría necesitar para que me lleve.

El ambiente daba una sensación de tranquilidad. Adentro estaba más iluminado que afuera. Quizás era la limpieza del lugar o las grandes ventanas colocadas estratégicamente en las blancas paredes, adornados por los coloridos jardines y los imponentes árboles. Esperamos por tres interminables horas. Mi hermana había decidido tener a su bebé por cesaría, no soportaba el dolor. De pronto, el ambiente ya no era más acogedor. La preocupación invadió mi cuerpo como un baldazo de agua fría. Solo quería recibir buenas noticias y que llegue el momento en el que pueda abrazar a mi hermana y a mi sobrina. La sala de espera perdió su esplendor. Los minutos se convertían en angustias y el hambre pasaba desapercibida. Cada vez que una enfermera salía de alguna habitación con un bebé en una incubadora, mi madre y yo saltábamos cual gato asustado a preguntar por el nombre. Empezábamos a ponernos fastidiosos.

A las dos de la tarde llegó el mágico momento. Una enfermera salió con dos bebés en dos incubadoras individuales y, al preguntarle si uno de ellos era el de mi hermana, calmó nuestras ansias e inquietudes. “Es la de la derecha”, respondió. Nos acercamos rápidamente y pegamos las caras contra el vidrio. Estaba tapada casi por completo por dos frazadas de color rosa. A penas se le podía apreciar el rostro. Preguntamos por el estado de salud de mi hermana y nos explicó que esa información solo la podía proporcionar el doctor encargado de la operación. Ella solo recogía y trasladaba a los bebés. Ingenuamente tratábamos de comunicarnos con Alice llamándola por su nombre. Recordaba claramente que mi padre, en una de las tantas conversaciones informativas sobre temas que nadie le preguntaba, comentó que los bebés no podían ver en su totalidad hasta meses después de nacidos. Eso no importaba mucho en el momento, de seguro, él se ponía a hacer lo mismo.

Llegó el momento de despedirse momentáneamente. La enfermera se la llevaría para atenderla y a descansar. Intentamos llamar su atención una vez más con mi madre y fue en ese momento cuando levantó la cabeza y nos clavó fijamente la mirada. No podía ser una alucinación. Los dos fuimos testigos del hecho, no podíamos estar ambos locos. Fue como si presintiera quiénes éramos y como si hubiera respondido a nuestros obstinados llamados, nos quedamos atónitos. La vimos irse lentamente acompañada de la enfermera sin salir de nuestro asombro. Fue un momento indescriptible, prácticamente un milagro. Conforme llegaban tíos y parientes cercanos a la familia, iban escuchando la historia de la bebé que alzó la mirada a los minutos de recién nacida. Algunos, burlonamente, no nos creían. Mi madre y yo siempre lo recordaremos como una mirada de amor.


"Alice sonriendo llena de felicidad"

Escribe  Andoni Maique

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde que están en el vientre de la madre sienten tooodo! Y fuera, pues la buena vibra y el amor lo huelen a kilómetros. Pequeños prodigios de la vida<3 Muy enternecedora n.n! Bien Andoni!

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

quizás los bebes no pueden visualizarnos como dice tu papa, pero reconocen la voz de los familiares que compartieron el embarazo con su mami y como dice tu amiga sienten el amor a kilómetros, tierna historia Andoni me encanto.

catherine dijo...

Momento inolvidable..hermosa historia andoni :)

Unknown dijo...

Recuerdo cuando tu mami y tu me contaron que alice los miro,las cosas mas bonitas se sienten con el corazón y eso plasmate tu 👍👍

Janio Aguilar dijo...

Excelente redacción. Enternecedora historia.

Publicar un comentario