Visita al Centro Penitenciario de
Huaral
La espera se hace larga y la visita al Centro Penitenciario
de Huaral es corta. En un lugar lejano, frío, descampado, casi alrededor de 90
mujeres esperaban ansiosas, desde muy temprano, poder ingresar a ver a sus
familiares y es que es sábado, día de visita sólo de mujeres.
Vestidas con coloridos faldones, zapatos cómodos, zapatillas
sin pasador, chompa de lana, abrigos claros, bolsas llenas de alimentos como si
fueran irse de viaje por un largo tiempo, se ponían a la cola una tras otra. Un
policía, que estaba afuera del penal de Huaral, las vigilaba con total seriedad.
Los comerciantes no perdían el tiempo para poder ganar unas
cuantas monedas en tan solo unos segundos. Caminaban rápido de un lado a otro
ofreciendo comida, bebidas, dulces, etc. Las visitantes buscaban con la mirada
al vendedor alzando la mano y este feliz, con una sonrisa de oreja a oreja, se
acercaba ligeramente para que salga su mercadería. Con entusiasmo, gritaban el
pedido: “un par de gaseosas Coca-Cola
medianas, un arroz con pollo para llevar, un kilo de mandarinas…”.
El reloj marcaban las 12 del medio día y las mujeres se preparaban
para ingresar por un camino estrecho. Con DNI en la mano y los brazos arremangados,
un policía les colocaba un sello y marcaba con lapicero el número de visitante
para contabilizarlas. Una vez adentro, las adultas corrían como si estuvieran
en una guerra. Tenían que formar una segunda cola para registrarse. Otra vez la
desesperación, la angustia y el desánimo de esperar se apoderaban de aquellas mujeres.
Pasaron treinta minutos para que por fin estén dentro.
Fueron revisadas minuciosamente por mujeres policías en un
pequeño cuarto donde con las manos palpaban si ocultaban algo extraño. Mientras,
los bolsos eran abiertos por los hombres
policías, quienes decomisaban al instante lo que no podía ingresar…
Una vez terminada la inspección las visitantes cogían sus
bolsos y se dirigían al pabellón donde estaban ubicados sus seres queridos. Se
podría decir que había preferencia para
los internos que tenían dinero o la posibilidad de poder pagar
comodidades. No todos tienen la misma suerte. Ese pabellón es el más ficho. Los
demás sólo viven de caridad. La esperanza de poder salir de ese lugar se reflejaba
en los ojos de algunos reclusos. Otros solo esperaban lo que el destino les
tenía.
Cansadas, las mujeres se dirigían hacía el pabellón apropiado.
Todo era vigilado por los agentes policiales. Unas entraron al pabellón “A”.
Algunos internos, que no tienen visita
muy seguido, las guiaban hasta el comedor e incluso cargaban sus paquetes para
ganarse el pan de cada día: los presos que las aguardaban les darían un sol por
el trabajo.
La diferencia de estar ahí dentro y de ser libre es que no
puedes ver a toda tu familia. El lugar no es bonito. Está cargado de tristeza.
Las paredes están llenas de pecado. Las mesas del comedor están en pésimas
condiciones, pero aun así tenían televisión, equipo de sonido, celulares,
quiosco, etc.
Algunos permanecían en sus celdas resignados, mientras que
otros salían y conversaban con sus visitantes aprovechando el poco tiempo que
les quedaba.
El encargado de cuidar, velar, proteger de ellos es una
persona que está condenado a cadena perpetua. Es el más antiguo del pabellón
que por buena conducta le dieron el cargo. Él conocía todos los casos y
conversaba con cada uno para poder ayudarlos moralmente. Al parecer se siente
tranquilo de estar ahí dentro. A pesar de su sentencia, mantiene viva la llama
de la fe y la esperanza de poder estar fuera. Lucía bien y hasta tenía una
mascota dentro llamada “Miluska”, una perrita que es la adoración de todos los
que viven ahí.
Cada uno de ellos tiene historias diferentes. El último joven
entró por robo. Pensó que la decisión que tomó era la indicada. Trabajaba de
taxista y le iba bien en su trabajo, pero no tanto como en el amor. Al parecer,
se había enamorado de una mujer fría, ambiciosa, controladora que solo buscaba
dinero. Tuvieron una hija. La
impaciencia de no saber cómo mantener a las dos, lo condujo hasta aquí.
A veces los malos amigos están ahí cuando uno los necesita y
como lo vieron angustiado, le ofrecieron una cantidad de dinero tan solo por
hacer taxi para que estos puedan robar. Pensó que todo sería fácil, pero el
destino le pasó una mala jugada.
Decepcionado de sí, Miguel es una persona con valores, de
buena familia, con buena conducta y sobre todo colaborador. Trata de salir
adelante con la fuerza y la motivación de tener a su pequeña hija. Aún no le
dan los años que estará dentro, sólo reza y le pide a Dios con tanta devoción
para que su caso sea resuelto.
Tanto él como muchos esperan su libertad. Mantienen su tiempo
ocupado en talleres de carpintería, manualidades, cursos de cocina, etc., para
que cuando salgan, puedan defenderse con algo y sobre todo para que los días,
meses, años que permanecieron en el penal no fuesen en vano.
Eran las 4 p.m. y llegó la hora de la despedida, donde las
mujeres tienen que salir por la misma puerta que ingresaron. Los presos se
despiden con un beso y un fuerte abrazo como si fuera la última vez, el último
adiós. Las madres lloraban y miraban a sus hijos como la primera vez que los
vio nacer. Era una mirada de amor, una mirada maternal.
El tiempo se pasó como una estrella fugaz. La visita de
mujeres al centro penitenciario de Huaral fue muy corta, pero los minutos ahí
dentro fueron aprovechados por los reclusos, ya que ver a las mujeres que les
dio la vida estaban a su lado.
Ahora cada quien a
seguir con su vida y luchar por el mañana que está por venir.
Centro Penitenciario de Huaral |
Escribe Makarena TRELLES
18 comentarios:
Excelente reportaje Makarena.Me extraña la falta de comentarios,la desidia,el olvido de la sociedad.Si terminan de leer,como yo,mínimo una opinión no?,si no es del artículo,por lo menos de ánimo para esas mujeres que no pidieron involucrarse,que fueron también sentenciadas a visitar,a llorar,a asumir la labor de madres y esposas,más allá de lo esperado,de lo prometido,de lo soñado.Qué tal Mel?,no estás solo,Dios te ama,a pesar de todo.
Tremenda testimonial es en verdad lo que sucede cada día miércoles y sábado... Y aún en la visita de hombres los días domingos
Alguien me puede decir que alimentos si puedo llevar y cuáles no ,si le puedo llevar ropa máquina de afeitar cosas de aseo ...por favor
Que dia es el dia de visita de mujeres con niños? Y como se entra vestidos
Que cosas se lleva g que no
Se sigue ingresando solo con dni o se piden algo más para entrar al penal
20:56
Se sigue ingresando solo con dni o se piden algo más para entrar al penal
Que dia se entra con los niños mi hijo tiene tres años puede entrar cualquier dia de visita
Qdias son las visitas de varones ?
Alguien me puede decir asta k ora puedo ingresar a visitar
Domingos
Las visitas de mujeres es con falda o vestido
y sera que no pueden hacer una llamada para otro pais
y los interno podran llamar a un familiar que este en otro pais quiero saber
como puedo ingresar al penal de hhuaral k cosas llevar y k ropa ponerme agradeceria su respuesta gacias
Quisiera saber si pueden realizar llamadas a otro país por favor
Quisiera saber si pueden realizar llamadas a otro país por favor
Es una tristeza enorme dejarlos ay cada sábado mi corazón se parte solo la bendición de Dios los proteje
En verdad es una pena ver tanta gente amontonada de las afueras del penal pero mas pena da la incomprensión de las autoridades del INPE que a veces sabiendo que hay tanta gente esperando afuera se dan el lujo de almorzar hora y media o dos horas sin tener en cuenta que los seres queridos de sus presos siguen esperando a la intemperie ya sea con sol,con frío con lluvia eso debe de cambiar
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