viernes, 24 de octubre de 2014

EL PARQUE DE LA EXPOSICIÓN Y SUS DIVERSOS VISITANTES

El Parque de la Exposición y sus diversos visitantes

Era una tarde opaca y fresca. El reloj marcaba las cuatro de la tarde, y en el Parque de la Exposición era la hora precisa para recibir a todo tipo de público.

Personas descansaban plácidamente en el grass, como si estuviesen en su propia cama. Algunas daban la impresión que sólo iban por eso al parque. Quizás dormir en un ambiente fresco, con un aroma ecológico, donde sólo destacan las plantas, y no el olor de cuatro paredes, es preferible. Señoras con una mantita extendida sobre el pasto, para evitar que se pegue a su ropa, juegan con sus bebés. Las familias estaban prácticamente en un picnic, con una variedad de frutas sobre una cesta de mimbre. Sus niños correteaban alrededor de ellos, y la tranquilidad se notaba en sus rostros, esa tranquilidad de no estar pendiente que pueda pasar un carro y ocurra algún tipo de accidente, o quizás que puedan caer sobre el asfalto y hacerse una herida fatal.



Las clásicas banquetas de madera que tiene el parque casi en su totalidad estaban ocupadas por enamorados; había de toda clase. Algunas parejas que parecían derramar miel, pronunciaban tres o cuatro palabras y se daban un apasionado beso. Cualquiera que los viera pensaría que no se ven después de años. Otras trataban de limar sus asperezas, pero en vez de solucionarlas, el tono de conversación iba en aumento. El movimiento de las manos era más exagerado. Las expresiones no eran de amor, y los gestos parecían de dos personas enfrentadas en un ring de box. Había unas parejas más tímidas, pues conversaban tranquilamente, y se daban unas miradas tiernas, se acariciaban las manos y se decían secretitos al oído, como si no quisieran que nadie se enterara de su amorío.

Cientos de niños corrían por todos lados. Sus padres y madres atrás de ellos los cuidabans y trataban de agarrarlos como si fuesen un globo de helio escapándose de sus manos. A algunos niños no les importaba perderse dentro de la grandeza del parque; ellos sólo jugaban con nuevos amiguitos, que quizás ya no volverán a ver.

Tres personas captaron la atención de la gente. Una pareja de esposos y una señora, con estampitas del Señor de los Milagros, estaban en una situación bochornosa. Al parecer, la vendedora de estampitas le había ofrecido de una manera tan insistente al señor, que al ver que no quería comprarle, comenzó a lanzar tremendas palabras y a mencionar a la pobre madre del señor, que nada tenía que ver en ese asunto. La vendedora no tenía aspecto de ser muy devota de la religión, y peor aun con el tan colorido vocabulario que manejaba.

En el centro del parque se había conglomerado la gente, formando un círculo. Estaban observando el arte de un graffitero, que, al ritmo de una cumbia, hacía lo que mejor sabía. Decenas de latas de spray de distintos colores, llenaban su mesa. En una esponja echaba una combinación de algunos de estos colores, y los impregnaba en la cartulina blanca. Poco a poco se iba formando un paisaje hermoso, con técnicas impresionantes que solo a ese artista se le podía ocurrir para que obtenga el efecto perfecto para su diseño. Movimientos ágiles con las manos, una cara con una expresión interesante, un poco de fuego sobre su cartulina, y listo. Dio unas palabras a los espectadores, y pasó a entregar unos tickets gratis para sortear el dibujo que acababa de realizar. En ese instante, es donde las personas comenzaron a retirarse, pues sabían que de alguna manera tenían que dar alguna moneda. Es ahí donde el espectáculo para los spray, terminó.




 Poco a poco iba oscureciendo. Ya no había tantos niños, pero el número de parejas habían aumentado. Parejas adolescentes entraban al parque, con caras traviesas, con agarraditas sensuales de cinturas, y risas cómplices, como si la oscuridad de la noche fuese su mejor aliado.


Escribe  Mariana DE LA CRUZ

11 comentarios:

Bryan Jara dijo...

Felicitaciones Mariana, muy bonita redacción

Marcelo Muñoz dijo...

Vas por buen camino Marianita, sé que seguiras mejorando, pero me gustó mucho esta redacción

Elias Pacheco dijo...

Me trasladé por un momento al lugar que describes !

Paolo Molinari dijo...

Jajaja esas parejas que se querían matar como en un ring de box, pobreees jaja

Anónimo dijo...

La señora que vendia las estampitas era una malcriada, por Dioos !

Humberto García dijo...

Sigue así Mariana !

Jose Sifuentes dijo...

Me gustan mucho las metaforas que utilizas, una bonita crónica.

Yajaira Cadenas dijo...

Adolescentes que no respetan lugares públicos, esta bien que sea un parque y que demuestren su amor, pero no otras cosas aprovechando de la oscuridad

Faviola Peralta dijo...

Muy bonito, espero que sigas mejorando. muchas felicitaciones MAriana !!

Juana Bustamante dijo...

pobres padres, terminan cansados de tanto correr tras sus hijos jajaj

Mariela Peralta dijo...

muy entretenidoo, que bonito redactas Marianita

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