No se trata de un racismo oculto, sino ostensible
y cotidiano, pese a no ser un sistema político legalmente admitido a la existencia de
leyes contra la discriminación que, en general, no se cumplen.
La discriminación racial implica la preferencia por
los blancos y blancoides o blancones y la exclusión de los indios, negros y mestizos, en el
trabajo, en las instituciones privadas y públicas y en la vida social.
Hay dos manifestaciones de racismo: la primera se manifiesta como discriminación y desprecio por parte de personas de raza blanca hacia los indios, negros y mestizos (unión de blancos, indios, negros, asiáticos). Este es el racismo que va de arriba hacia abajo, impuesto activamente por la diminuta cúspide blanca, poseedora del mayor poder económico, a través de sus maneras de pensar, actitudes.
Asimismo, es la que imponen los medios de
comunicación, cuando presentan conductores y modelos blancos, sobre todo en la
publicidad. Este racismo es asumido por los mestizos con ciertos caracteres
blancos (blancoides o blandones) contra otros mestizos menos claros que ellos,
y obviamente también contra los indios y los negros._ Estuve trabajando en un
casting en Frecuencia Latina y en el
momento que se estaba realizando la primera etapa del mismo, escuche al nos reunió
a todo el equipo y nos dijo que las personas que no eran “blancones” y que no tenían
presencia no pasarían el casting y no llegarían a estar en el programa_
manifestó Sheylla Redhead, con un notorio fastidio. Ella trabajó como asistente
para el próximo programa La Máquina del
Millón.
Cuanto más se asemeje el rostro de un blanco al
de los blancos, su valoración personal será mayor y su desdén por las personas
con rostros de rasgos indios o negros, más acentuado. A raíz de esta
discriminación, para muchos mestizos raciales o culturales, la unión
matrimonial o con vivencial con una persona de caracteres más blancos que los
suyos constituye un avance en su promoción social.
Ciertas mujeres buscan casarse con blancos,
porque quieren adherirse a la seguridad y la posición económica más elevada de
su pretendiente. Los hijos comunes irán luego a colegios particulares con un
alumnado preferentemente blanco o blancoide, y, si acceden a la educación
superior y disponen de los recursos suficientes para el pago de las pensiones,
continuarán en ciertas universidades privadas creadas para recibir a esos
grupos racialmente claros y convertirlos en cuadros de los aparatos empresarial
y estatal.
_Para mí la apariencia es lo más importante,
porque como alguna vez le escuché a mi mama “hay que mejorar la raza”. Cómo una
chica de mi clase se va a mezclar con al alguien que no sea blanco; sería para
que mi hijo salga negro y no me gustaría eso_ dijo Rebeca que es una chica de alta sociedad y
tiene la mala costumbre de discriminar.
De otro lado, Juliana Reátegui, una estudiante de
la Universidad de Lima, con una cara de
estar claramente confundida en el tema y tal vez no se dio cuenta de en parte
de su declaración se contradice: _Pienso que no es discriminar, sino es que
cada persona es libre de escoger a las personas que le rodean. En lo particular,
te soy bien sincera: no podría estar con un chico que sea “cholito” o
“negrito”, porque una es que no me gustan y la otra es que pienso que esas
personas no las podría presentar a mi familia.
La otra faz del racismo se ubica en la conducta
sumisa de los mestizos e indios frente a los blancos y en su actitud
discriminatoria de sus propios congéneres, como una manera normal de vivir en
la sociedad. Manifestaciones de este racismo inverso o de sumisión, que va de
abajo hacia arriba, es la tendencia general en numerosos indios y mestizos a
considerar a los blancos como sujetos superiores a ellos, a creerles más que a
quienes no lo son, a obedecerlos sin reflexión, si los blancos tienen el poder
de mandar y a preferirlos en las múltiples relaciones sociales.
Un policía, un militar, un juez y un fiscal
mestizos serían más benévolos o condescendientes con un blanco o un blancoide
que con un indio o un mestizo de rasgos indígenas, sobre quienes descargarán
todo el rigor de la ley y los harán víctimas de sus abusos más execrables, en
tanto que hallarán siempre para aquéllos una causa eximente de responsabilidad;
los blancos y blancoides gozarán para ellos de preeminencia en el ingreso al
trabajo y a ciertas instituciones y en los ascensos; un guardián mestizo dejará
pasar a un blanco o blancoide y hará valer la prohibición contra un indio o un
mestizo; un vendedor, funcionario o empleado mestizo dejará de atender a un
indio o un mestizo más prieto que él para ocuparse de un blanco o blancoide que
llegó después.
Para este racismo de sumisión no existen el orden
de llegada, la igualdad de oportunidades, ni, finalmente, la igualdad ante la
ley. Parece obvio que el racismo originario sería menos agresivo o de hecho no
existiría si el racismo de sumisión fuera erradicado de la conciencia de los
mestizos que lo practican, como se extirpa un hongo parasitario que sólo puede
vivir de la savia de la planta a la que se adhiere.
Le preguntamos a Carlos Rodríguez, un policía en
retiro, sobre el tema y esto fue lo que respondió:
_Un blanquito sí tiene las posibilidades de
librarse de una situación complicada, porque siendo sinceros la mayoría de
policías son corruptos y a diario veo que en las comisaría, si se les detiene
pero ya en la comisaría, los coroneles encargados liberan a las personas que
son de ese tipo, y a las persona que tienen cara de “serranitos” o cara de
“pirañas” son las únicas que pasan por el calabozo y tal vez lleguen a hacer pasados
a un penal. En un penal tú siempre vas a ver a puras personas mestizas o tal
vez indias, pero muy pocos blanquitos al menos que hayan cometido un delito
grave. En su mayoría son extranjeros.
La
Asociación Lundu, que se encarga de la defensa de las personas de raza negra e
indígena del Perú nos dice que, el racismo es una epidemia que afecta a muchas
personas en nuestro país. Ellos defienden los derechos de todo este sector de
la población, e incluso puede hacer llegar sus reclamos a la televisión
peruana, ya que se han visto casos en los que pelean por sus ideales como
ocurrido con 2 personajes como “El Negro Mama” y “La Paisana Jacinta”. Ellos
acusaban a estos programas en mostrar a las personas llamadas negras y cholas,
como un objeto de burla.
Pero ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a
otra persona? Cada uno tiene su propia esencia y eso no debería ser dejado de
lado por los rasgos físicos o raciales que pueda tener la persona. Si mejores
esos pensamientos absurdos, talvez el Perú sea un país más unido y con un
sentimiento de paz.
Escribe Orlando SOTOMAYOR
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