viernes, 5 de diciembre de 2014

NUESTRO PAÍS ESTÁ ENFERMO DE RACISMO

No se trata de un racismo oculto, sino ostensible y cotidiano, pese a no ser un sistema político  legalmente admitido a la existencia de leyes contra la discriminación que, en general, no se cumplen.
La discriminación racial implica la preferencia por los blancos y blancoides o blancones y la exclusión  de los indios, negros y mestizos, en el trabajo, en las instituciones privadas y públicas y en la vida social.

Hay dos manifestaciones de racismo: la primera se manifiesta como discriminación y desprecio por parte de personas de raza blanca hacia los indios, negros y mestizos (unión de blancos, indios, negros, asiáticos). Este es el racismo que va de arriba hacia abajo, impuesto activamente por la diminuta cúspide blanca, poseedora del mayor poder económico, a través de sus maneras de pensar, actitudes.

Asimismo, es la que imponen los medios de comunicación, cuando presentan conductores y modelos blancos, sobre todo en la publicidad. Este racismo es asumido por los mestizos con ciertos caracteres blancos (blancoides o blandones) contra otros mestizos menos claros que ellos, y obviamente también contra los indios y los negros._ Estuve trabajando en un casting en Frecuencia Latina  y en el momento que se estaba realizando la primera etapa del mismo, escuche al nos reunió a todo el equipo y nos dijo que las personas que no eran “blancones” y que no tenían presencia no pasarían el casting y no llegarían a estar en el programa_ manifestó Sheylla Redhead, con un notorio fastidio. Ella trabajó como asistente para el próximo programa La Máquina del Millón.
Cuanto más se asemeje el rostro de un blanco al de los blancos, su valoración personal será mayor y su desdén por las personas con rostros de rasgos indios o negros, más acentuado. A raíz de esta discriminación, para muchos mestizos raciales o culturales, la unión matrimonial o con vivencial con una persona de caracteres más blancos que los suyos constituye un avance en su promoción social.

Ciertas mujeres buscan casarse con blancos, porque quieren adherirse a la seguridad y la posición económica más elevada de su pretendiente. Los hijos comunes irán luego a colegios particulares con un alumnado preferentemente blanco o blancoide, y, si acceden a la educación superior y disponen de los recursos suficientes para el pago de las pensiones, continuarán en ciertas universidades privadas creadas para recibir a esos grupos racialmente claros y convertirlos en cuadros de los aparatos empresarial y estatal.
_Para mí la apariencia es lo más importante, porque como alguna vez le escuché a mi mama “hay que mejorar la raza”. Cómo una chica de mi clase se va a mezclar con al alguien que no sea blanco; sería para que mi hijo salga negro y no me gustaría eso_ dijo  Rebeca que es una chica de alta sociedad y tiene la mala costumbre de discriminar.
De otro lado, Juliana Reátegui, una estudiante de la Universidad de Lima,  con una cara de estar claramente confundida en el tema y tal vez no se dio cuenta de en parte de su declaración se contradice: _Pienso que no es discriminar, sino es que cada persona es libre de escoger a las personas que le rodean. En lo particular, te soy bien sincera: no podría estar con un chico que sea “cholito” o “negrito”, porque una es que no me gustan y la otra es que pienso que esas personas no las podría presentar a mi familia.
La otra faz del racismo se ubica en la conducta sumisa de los mestizos e indios frente a los blancos y en su actitud discriminatoria de sus propios congéneres, como una manera normal de vivir en la sociedad. Manifestaciones de este racismo inverso o de sumisión, que va de abajo hacia arriba, es la tendencia general en numerosos indios y mestizos a considerar a los blancos como sujetos superiores a ellos, a creerles más que a quienes no lo son, a obedecerlos sin reflexión, si los blancos tienen el poder de mandar y a preferirlos en las múltiples relaciones sociales.

Un policía, un militar, un juez y un fiscal mestizos serían más benévolos o condescendientes con un blanco o un blancoide que con un indio o un mestizo de rasgos indígenas, sobre quienes descargarán todo el rigor de la ley y los harán víctimas de sus abusos más execrables, en tanto que hallarán siempre para aquéllos una causa eximente de responsabilidad; los blancos y blancoides gozarán para ellos de preeminencia en el ingreso al trabajo y a ciertas instituciones y en los ascensos; un guardián mestizo dejará pasar a un blanco o blancoide y hará valer la prohibición contra un indio o un mestizo; un vendedor, funcionario o empleado mestizo dejará de atender a un indio o un mestizo más prieto que él para ocuparse de un blanco o blancoide que llegó después.

Para este racismo de sumisión no existen el orden de llegada, la igualdad de oportunidades, ni, finalmente, la igualdad ante la ley. Parece obvio que el racismo originario sería menos agresivo o de hecho no existiría si el racismo de sumisión fuera erradicado de la conciencia de los mestizos que lo practican, como se extirpa un hongo parasitario que sólo puede vivir de la savia de la planta a la que se adhiere.
Le preguntamos a Carlos Rodríguez, un policía en retiro, sobre el tema y esto fue lo que respondió:
_Un blanquito sí tiene las posibilidades de librarse de una situación complicada, porque siendo sinceros la mayoría de policías son corruptos y a diario veo que en las comisaría, si se les detiene pero ya en la comisaría, los coroneles encargados liberan a las personas que son de ese tipo, y a las persona que tienen cara de “serranitos” o cara de “pirañas” son las únicas que pasan por el calabozo y tal vez lleguen a hacer pasados a un penal. En un penal tú siempre vas a ver a puras personas mestizas o tal vez indias, pero muy pocos blanquitos al menos que hayan cometido un delito grave. En su mayoría son extranjeros.
La Asociación Lundu, que se encarga de la defensa de las personas de raza negra e indígena del Perú nos dice que, el racismo es una epidemia que afecta a muchas personas en nuestro país. Ellos defienden los derechos de todo este sector de la población, e incluso puede hacer llegar sus reclamos a la televisión peruana, ya que se han visto casos en los que pelean por sus ideales como ocurrido con 2 personajes como “El Negro Mama” y “La Paisana Jacinta”. Ellos acusaban a estos programas en mostrar a las personas llamadas negras y cholas, como un objeto de burla.
 Pero ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a otra persona? Cada uno tiene su propia esencia y eso no debería ser dejado de lado por los rasgos físicos o raciales que pueda tener la persona. Si mejores esos pensamientos absurdos, talvez el Perú sea un país más unido y con un sentimiento de paz.









 Escribe  Orlando SOTOMAYOR





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